La Hoz de la Vieja, situada entre roquedales y barrancos en plena Sierra de Cucalón de la cuenca minera turolense, ha vivido en las últimas horas una situación completamente extraordinaria tras la crecida “sin precedentes” del río de Armillas que, sin aviso, anegó cada rincón del pueblo en la madrugada del miércoles. 36 horas después, la radiografía es estremecedora: la maquinaria pesada trabaja a destajo y hay mucho por hacer. La normalidad tardará en recuperarse y los vecinos tratan de reponerse achicando agua y limpiando sus viviendas. Eso sí, el susto en el cuerpo sigue y es que la lluvia sigue descargando en las Cuencas Mineras.
La regidora, Laura Royo, ha mostrado su preocupación a Aragón Digital este jueves. Ha narrado que “llueve finito pero que no para” y que está tronando. “Esperamos que sea poco y que nos de tiempo a limpiar el cauce del río. No queremos que el agua vuelva a entrar en las casas. Tenemos medio centenar de viviendas afectadas”, ha apuntado la alcaldesa de un municipio que, en la actualidad, apenas cuenta con un centenar de vecinos.
Se conforma Royo, resignada, con poder decir que este jueves tienen luz y cobertura y que están recuperando el servicio de agua potable aunque sea “en algunos puntos” ya que se han contabilizado varios puntos con las tuberías despedazadas. Durante el miércoles y después de que el río hiciese suyas las calles de La Hoz de La Vieja, el corte fue total y hubo que repartir agua embotellada e incluso el pueblo quedó incomunicado durante algunas horas. “Estamos limpiando los accesos y el cauce del río. La crecida ha dejado muchísimas piedras, troncos, tierra y brozas. La labor de limpieza está siendo complicada”, ha subrayado. Desde Utrillas se ha cedido una máquina para las labores de limpieza.